Columna Serliana

Columna Serliana

Desde Granada, al pie del volcán Mombacho, se acercaba a veces a las islas de Solentiname en el extremo meridional del lago Cocibolca. Y cuando las olas no eran demasiado grandes solía asomarse a la playa de Corinto, aunque casi siempre prefería la zona rocosa de la punta de Cosigüina desde donde veía el humo de su volcán en los días despejados. Aquella mañana había llegado más al norte, hasta Iztapa, buscando siempre el embrujo que le producía el rosario de conos volcánicos que, como espina de pez, recorría esa parte del continente. Al mar no llegaban los temblores, pero áquel maremoto dejó abierta una grieta oceánica por la que primero fluyó una especie de sustancia viscosa y caliente, provocando luego una tremenda corriente de agua marina hacia su interior, que terminó arrastrándola a las profundidades.

CIRCO

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